"Era necesaria una aclaración"

Uno nunca deja de aprender, y ahora, sintiéndome fatal conmigo mismo, estoy aprendiendo lo importante que es explicar bien las cosas, con mucho detalle y vigilando, porque nuestras palabras pueden hacer mucho daño.

Este medio, Posventa.com, en el que ahora publico este artículo, entrevistó a Assistec para contar nuestra historia, una oportunidad increíble que quisimos aprovechar y que agradecemos enormemente. 

Irene Díaz recogía en el artículo “La historia de Assistec Re-Evolution como nunca ha sido contada” lo que le hemos explicado, haciendo de forma impecable su trabajo. No es justo dañar la imagen de un medio y de una excelente periodista, y tampoco la de los que han sido mis socios durante siete años. Por eso hago este escrito aclaratorio, porque mi parte de la historia, tal y como la he contado, ha hecho daño, y eso no debe suceder. Por eso mi arrepentimiento y mi aclaración. 

Cuando conté nuestra trayectoria yo ya estaba en proceso de salir del taller, de lo que no informé a la periodista. También debí dejar claro que a fecha de la publicación mi salida quizás ya era efectiva, aunque yo por el momento aún lo desconocía. 

No fui consciente de que mi prisma de la historia podía ofender y dañar la imagen de unos profesionales que para nada se lo merecen. No he sido heredero, ni rescatador de ese taller, ni propietario único o responsable directo de los éxitos. El taller ha crecido, evolucionado y mejorado en unos años gracias al esfuerzo colectivo de unas personas que, como profesionales y trabajadores, merecen y se han ganado todo mi respeto, y al contar la historia no fui consciente de que no lo estaba transmitiendo como es debido.

Creí reflejar el esfuerzo y la lucha de todos los que formaban parte de Sanber para haber llegado a un punto de calidad y excelencia del que hoy disfruta dicho taller; sin darme cuenta del daño causado a los que han sido mis socios, ya que di a entender que eran unos malos empresarios o habían hecho las cosas mal, y ha sido todo lo contrario. Mi vocación por la consultoría y la formación me hizo estar cada vez menos tiempo con ellos, y fueron capaces de adaptarse, suplirme y seguir desarrollando a la perfección el negocio, hasta el punto de no ser yo ya necesario para el buen funcionamiento del taller, y de ahí mi decisión de marcharme. Con estas palabras quiero expresar mi respeto hacia Sanber y sus propietarios.

Han sido años de mucho esfuerzo y dolores de cabeza colectivos para posicionar a Sanber como un centro referencia en la zona. Orgulloso de haber formado parte de ese proyecto, siempre será parte de mi ADN.