Luis Martínez Curto, inspector del Grupo de Medio Ambiente de la Policía Autonómica, asegura que "hemos llegado a encontrar algunos espacios con hasta 30 vehículos", talleres clandestinos que, en su mayoría, están en manos de españoles, bulgaros, rumanos y sudamericanos. Curto alerta que "los clientes se exponen a reparaciones sin garantía, con piezas de recambio procedentes de desguace que pueden fallar en cualquier momento o provocar accidentes".
La Policía de la Generalitat apunta que estos reparadores 'piratas' son extrabajadores de talleres o simples aficionados con un espacio discreto y unas mínimas herramientas. Operan sin licencia, sin registro de negocio, cobran en negro y se deshacen de los residuos en lugares inapropiados, sin cumplir con las normativa medioambientales. Curto afirma que estos reparadores también realizan servicios a domicilio: "Hemos llegado a encontrarnos gente cambiando un embrague en plena calle".
En los más de 2.000 registros llevados a cabo en estos dos años, los agentes han encontrado elevadores en el jardín de una vivienda, instalaciones eléctricas con riesgo de electrocución, personal auxiliar con "salarios lamentables y condiciones de trabajo peligrosas", herramientas robadas y hasta una plantación de marihuana dentro de un taller clandestino. Aunque todos los 'piratas' son sancionados, la policía asegura que "a veces hacen caso omiso y siguen operando".
Martínez Curto, como inspector del Grupo de Medio Ambiente, pone el foco en los enormes problemas medioambientales que suponen estas prácticas. Además de eludir la gestión de los residuos, estos talleres arrojan chatarra y lubricantes altamente contaminantes en lugares especialmente protegidos. Tanto es así que "En Massamagrell nos encontramos con bidones de 1.000 litros con residuos arrojados a un campo de naranjos", expone el agente.
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